jueves, 22 de septiembre de 2011

Agosto 2011

En agosto del 2011, mi vida dio un pequeño giro y para escapar un poco del dolor que ésto me causó, me fui unos días al pueblo que me vio nacer.

En Cañamero me siento como en casa, estoy en casa, y conservo allí a buenos amigos. Apenas los veo tres veces al año, pero en poco tiempo, con su sencillez y amabilidad, con su alegría y su inocencia, me llenan el alma y me vuelvo rebosante de energía.

En Agosto del 2011, volví al pueblo una vez más, un poco ensimismada y bastante triste, por este pequeño bache del que os hablaba. Tengo la suerte de contar allí con grandes personas (Moi, María, Noe, Raúl...), que siempre me reciben con los brazos abiertos y con la mejor de sus sonrisas.

Si bien es cierto que ésta ocasión fue igual que las demás, la noticia que yo iba a darles, empañó un poco la cita, pero ellos enseguida supieron sacarme de nuevo una sonrisa y hacerme volver. Allí estaba yo, siendo la misma chica de siempre e intentando olvidar los malos tragos.

Ya el domingo que me volvía para Madrid, quedé por la mañana, para ir al pantano, con mi buena amiga María. Una chica espectacular, tanto por fuera como por dentro, que os aseguro, no tiene precio.
Cuál fue mi sorpresa cuando encontré que María, venía con un acompañante en el asiento de atrás. Ella nos presentó. El se llama Hermes y es Francés, es un tipo bajito y muy tímido al principio, pero en cuanto cogió confianza, se soltó y me conquistó con su gracioso acento.

Una vez en el pantano, nos bañamos y tomamos el sol, fue una mañana estupenda, divertidísima entre risas y chapuzones.

He de contaros que entre Hermes y yo se creó un lazo especial, un feeling maravilloso, pues el tiene esa inocencia, esas ganas de jugar, que aún sin proponerselo te llenan el alma.

Ya en la toalla, tomando el sol, Hermes me abrazó con todas sus fuerzas y yo le pregunté si quería ser mi amigo, a lo que el me contestó, que estaría encantado de serlo, que el no tenia amigas chicas, pero, que si quería ser su amiga, debía mandarle una carta con una fotografía, para así no olvidarse de mi.
Entonces no pude evitar abrazarle y sentir como ese pequeño de seis años me hacía el mejor regalo que me han hecho en mucho tiempo. Con ese acento irremediablemente francés, me transmitió toda su ilusión y su alegría, me regaló años de vida aún sin saberlo. Lo miré y emocionada, sin poder contener mis lágrimas, no pude mas que abrazarle y no me quedó mas remedio que darle las gracias mil veces por aquél regalo...
-"Hermes pequeñajo, me acabas de dar años de vida." y lo volví a abrazar... Estoy segura que el me entendió, pues ya no nos separamos en aquella mañana. Lo recuerdo como si fuera ayer, dándome puñetazos en la espalda a modo de "masaje" y pinchándonos con las hojas de los pinos...

Querido Hermes, tenerte cerca es un regalo, ya no podré olvidarte...





:)

1 comentario:

  1. Me he emocionado... qué bonito, tú sí qué eres un Regalo de persona, a mí también, me gustó mucho ese día, me divertí mucho viendo cómo congeniabais Hérmès y Tú...fue especial, noté que te emocionabas con el abrazo de Hérmès, es que es un sol de niño, inquieto pero con mucha gracia y muy cariñoso...Mi niña vuelve cuando quieras, un abrazo grande.

    ResponderEliminar