Te miraba en cada reflejo de cada vagón de aquel tren de metro. Sabía que cada mirada, nos precipitaba a una experiencia que sería dueña del después de cada uno de nosotros. Yo sentí tu deseo de parar el tiempo al encontrar el mío de estar
mas cerca de ti.
Intenté perderme en tus ojos verdes, nadar contracorriente por tus lagunas, anhelando el momento de sentir
los vértigos de quien salta al vacío sin ver el fondo.
Primero el miedo de juntar nuestros
deseos y después, el de saber que nada es eterno.
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