Segundo día del viaje,
Estoy satisfecha, gracias a todas las advertencias de extranjeros
y autóctonos, he podido librarme de ser víctimas de algún robo por parte de los
tan famosos carteristas de Lisboa. El Fado es patrimonio de la humanidad aquí,
los carteristas deberían serlo también.
No solo estoy satisfecha por que no me hayan robado, también
lo estoy por que he hecho todas las cosas que el buen turista debe hacer cuando
viene a Lisboa. He ido a Belém, he comido sus deliciosos pasteles de nata en la
pastelería turística de turno, he visitado el barrio judío, aunque he ido en
autobús, estaba un poco cansada. Mas tarde comí bacalao, en dos formas
diferentes, en forma de croqueta y con arroz, me gustaron más las croquetas, ya
que la receta de arroz con bacalao, traía un montón de perejil, y no soy una
gran fan de esta hierba, las croquetas estaban deliciosas. Mas tarde compré
unas postales, y acudí a la oficina de correos a echarlas. Compré los sellos en
la oficina y me sorprendió que siguieran siendo de esos asquerosos sellos que
se chupan, es repugnante, aunque no se que me gusta menos, si chupar los sellos
o la ingente cantidad de perejil que llevaba mi arroz caldoso con bacalao.
Después me acerqué al barrio de Alfama, mucha cuesta arriba
y algunos monumentos grandotes y bonitos.
Lo recomiendo, pasear por Alfama no solo te ayuda a hacer la digestión,
si no que es muy inspirador. Un montón de casitas bajas cada una de su madre y
de su padre amontonadas colina arriba y de entre ellas cuando menos te lo
esperas sale el panteón. Muy chulo el barrio, totalmente recomendable. Ya a última hora
encontré un restaurante, mas turístico de lo que me hubiera gustado, pero me
acoplé porque me hicieron una buena oferta ya que iba sola. Cena y espectáculo
de Fado en directo por 15 euros. La cena estuvo bien, esta vez ensalada mixta, sin bacalao, hamburguesa,
ésta sí, de bacalao, y las cosas esas aplastadas y rebozadas que ahora no me
acuerdo como se llaman, también rellenas de bacalao. Todo delicioso, aunque no
entiendo porque mi hamburguesa llevaba grelos, cosa que me desagradó bastante,
sin embargo me gustó mucho el pan, que
era una rebanada tostada grande, de pan de molde rústico, con ajo y
mantequilla. Ñam! Sin postre, no entraba en la oferta. (¬¬)
Para acabar la noche, cerveceo en el barrio alto, para lo
cual es una putada ir sola, porque estás a merced de los moscones borrachos,
así que cuando el ambiente se puso turbio y me aburrí, tiré para el hotel y
miau, a descansar por fin.
A dormir!!
Tercer y último día.
Iba a madrugar pero no pude,
me quedé un rato más en la cama, porque no va conmigo eso del turismo a
full sin disfrutar relajadamente, así que me quedé un ratito más en la cama premeditadamente, sabiendo el día que me esperaba después. El hotel era encantador y me sentía muy agusto allí, acurrucada bajo el nórdico.
Decidí levantarme a eso de las 10:30, ducharme corriendo y
salir a dar una última vuelta por el barrio Alto, no sin antes subir, que
también lo tenía pendiente al parque de Eduardo VII que recomiendo, aunque es
simple y se ve enseguida.
Después de aquello un último paseíto por el Barrio Alto, y
por último el Chiado. Me dio tiempo de sobra, no tenía que dejar el hotel hasta
las 14:30 así que fui tranquilamente sin cargar con las maletas. Finalmente fui
a recogerlas, dejé todo en orden, me despedí de Patricia, la gerente el hotel y
dejé una nota de agradecimiento en su libro de visitas “Volveré, obrigado
Patricia”, sin duda el hotel tiene mucho encanto y se encuentra en el meollo del
asunto, además de ser económico, claro está, el precio ha influído mucho en que la estancia sea doblemente placentera.
Cogí las maletas y ya me dirigí hasta la estación de
oriente, que es donde se encuentra la estación de autobús, y la zona donde se
realizó la expo de Lisboa, en el año 98 creo.
Cuando llegas a esta zona te das cuenta que ya no te
encuentras en la Lisboa melancólica, decadente y romántica del centro de la
ciudad, si no que entras en una zona totalmente artificial enfocada al ocio y
al consumo. Un gran centro comercial y toda la zona de las atracciones
turísticas de la expo, convertidas en restaurantes “Grill” con una horrible
desproporción Calidad-precio ya que la comida tiene pinta de ser aún más
artificial que la zona en sí.
El caso es que aquí hay poco que ver, si acaso se puede
montar en el teleférico, pero total, para ver torres de oficinas, me vuelvo a
Madrid y me quedo en Plaza Castilla.
Poco mas hay que ver, son las 18:00 y estoy esperando en la sala de espera de la
estación, a que salga el autobús a eso de las 20:00 aunque no tengo muy claro
si son las 20:00 de la península o las 20:00 de aquí de Portugal. Cáceres me espera, aunque no se si mi coche polo
estará en la estación cuando llegue, ya que como sabéis tiene el cierre
centralizado roto y lo tuve que dejar allí aparcado y abierto… en fins… De lo
que me he dado cuenta en esta “escapada” es de que el viaje no acaba aquí, que
el viaje empezó hace mas de 28 años y aún dura. Que cada día es un día más, que
cada día eres más consciente de lo que te rodea y que hay que seguir adelante. Muchos sabéis
los motivos que me han traído hasta aquí, ya sabéis mas que yo. Otros me lo
podéis preguntar sin tapujos, me encantará explicároslo cuando lo haya
descubierto. De todas formas, sea como sea, lo que he sacado en claro es que el
viaje sigue, sola o acompañada, tendré que seguir recorriendo estación tras
estación de metro, algunas serán bonitas, como la “Estación de Oriente”, o la
de “Parque” y otras serán feas, oscuras o artificiales, como la de “Santa
Polonia”. Sobretodo he aprendido que podré hacer cambios de
rumbo, o los trasbordos que quiera, pero sea como sea, el viaje continuará...
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