miércoles, 2 de abril de 2014

Papá vuelvo a casa...

Tengo una amiga, no, no es la típica historia de que cuando hablas de una amiga, esa amiga a la que te refieres eres tú misma... Tengo una amiga que lo está pasando realmente mal, y no, tampoco se trata de una historia de pareja, por suerte para mi (por que la tengo cerca), es una muchacha que sabe muy bien como hace la cosas y ha tenido la suerte de haber elegido a un compañero que la quiere y la respeta tal y como es, o mas bien diría que la quiere y la respeta precisamente por ser quién es y ser como es.

El caso es que lo está pasando realmente mal en su casa, está sufriendo lo que sufrimos la mayoría de nosotros y nosotras, la gente de joven que tiene una vida por delante y que no puede despegar, por que somos víctimas de una situación de la que en ningún momento fuimos culpables. En definitiva, estamos pagando los justos, por lo pecadores que han tomado las decisiones perfectas para partirnos la vida en trozos, han hecho de la nuestra una generación con unas heridas irreparables de precariedad y necesidad y lo peor de todo es que, esta inestabilidad, este naufragio está llevando a la ruina nuestros núcleos familiares.



Al grano, yo a los 18, me marché, me vi empujada a tomar una decisión,  por motivos personales, que no me agradó, pero me tuve que marchar y aunque no parezca casual, el destino de esa marcha lo fué, mas de lo que creéis. El destino era lo de menos, lo verdaderamente importante era salir por patas, por que una persona joven que se siente sola e incomprendida, que se siente desarraigada y amenaza constantemente por la inestabilidad de un hogar desestructurado, la única decisión que puede tomar cuando está entre la espada y la pared es desaparecer, esfumarse por la primera grieta que encuentra. Así lo hice yo, y casualmente fuí a parar a una isla que está a mas de dos mil kilómetros de distancia de "mi hogar". Por suerte para mi, en aquella época, yo pude tomar la decisión de marchar, aunque luego tuviera que volver por circunstancias que ahora no vienen al caso, pero lo que quiero decir es que eramos libres de tomar la decisión mas acertada del mundo, o la mas erronea, pero desde la libertad. A mis tiernos 18 teníamos todos los recursos de hacer y deshacer una y otra vez el puzzle de nuestras vidas, hasta crear algo que nos hiciera sentir plenamente satisfechos con nosotros mismos.

Cualquier edad tiene sus complicaciones, y ser joven, aunque algunos y algunas ya no lo recuerden, no es precisamente fácil, no lo es por lo menos, viviendo donde vivimos, viniendo de donde vevimos y estando condicionados por un entorno humilde, de estrecheces económicas y estigmatizado por la sociedad. Somos gente de barrio con la piel dura como el cuero, curtida a base de golpes y desvelos en el seno de familias humildes, que para tomar cualquier decisión en la vida, antes tenían que plantearse cuanto les iba a costar. Condicionados por ser quién éramos y sin ni siquiera podernos plantear la idea de poder cumplir nuestros sueños. Por eso me río yo cuando alguien dice que si lo intentas puedes hacer lo que te propongas, que se lo digan a las familias que no tienen para comer, o a los que viven en chabolas y quieren ser como grandes futbolistas de grandes equipos, lo siento pero las decisiones ya están tomadas, y dado que no todas las personas podemos ser grandes futbolistas, por que de ser así, ninguno o ninguna lo seriamos, vosotros y vosotras acabareis haciendo lo que podáis y no lo que deseéis. Acabareis teniendo que renunciar a vuestros sueños para sobrevivir, como la mayoría. Siéntete afortunado si has tenido, la libertad de tomar tus propias decisiones, sin condicionantes, en mi caso nunca fue así, pues ya desde pequeñita recuerdo que prefería no pedir ropa nueva y heredar la de mi hermano, para que papá y mamá no discutiesen, por que no llegábamos a fin de mes.

Es duro, no creáis que es algo que he elegido yo, tengo 27 camino de 28, y vivo en casa de mis padres. Esa situación está calcinando mi hogar poco a poco. La presión por parte de nuestras familias, a veces incapaces de ponerse en nuestra piel, familias que creen que nosotros estamos cómodos viviendo de ellos, o con ellos, que no nos importa pasar la vergüenza de tenerles que pedir diez euros para ir al cine o para coger el autobús. Entended que no es así, que estamos en una pasarela muy estrecha que se extiende en un largo y profundo mar y que solo nos queda tragar saliva y seguir adelante sin rechistar, hasta llegar a la otra orilla. Aunque os cueste creerlo, el deseo de cualquier joven es crecer, seguir creciendo y madurando, vivir su vida independiente y tomar sus propias decisiones, eso no significa dejar de amar a nuestras familias, significa justamente eso, cambiar el momento de pedir la paga, por el de venir a comer a casa de mamá y papá los domingos, con mi pareja y mis hijos. Una familia, en la que todos tengamos el derecho de elegir, vosotros pudisteis hacerlo, y a nosotros nos han robado ese derecho, no creéis que es suficiente motivo para que nos encontremos frustradxs y desmotivadxs, entendednos, no nos lo pongáis mas difícil.

Libertad? já me río yo de la libertad... aún recuerdo lo duro que fue, el momento de coger el teléfono, tragar saliva, respirar y decir, papá, soy yo, vuelvo a casa...










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